MI PADRE, EL JEFE (19)

 

Por Danilú Santos-Price

 

Mis padres se conocieron en Cali, Colombia durante los Juegos Panamericanos a mediados del ’71, precisamente en la caseta Matecaña, donde Papá se presentó ese día que marcaría sus destinos.

 

Mamá, junto a un grupo de amigas, había logrado posicionarse en primera fila justo debajo de la tarima.

 

Daniel Santos pertenecía a una generación muy distinta a la de ella, pero su música no había pasado de moda. Por lo tanto, Mamá, una jovencita caleña de apenas 14 años, escuchaba regularmente su música por radio mientras Gloria su madre tatareaba al compás. Además, Daniel Santos era una figura imponente y a la vez carismática. Por lo tanto, ella intrigada por su enigma, deliberadamente se esforzó por llegar temprano a la caseta y situarse cerca del escenario. No solo lo logró; por demás, El Jefe, El Inquieto Anacobero, mientras cantaba Despedida, se fijó en su belleza, la cual era realmente extraordinaria. Al finalizar su espectáculo, Armando Salas, su secretario, alcanzó a Mamá mientras se marchaba del lugar. Ella aceptó la invitación del Señor Salas para regresar a un área cerca al escenario emocionada de saber que él mismo Daniel Santos la había invitado. A Papá le sorprendió cuando ella le reveló su edad, porque aparentaba tener por lo menos veinte, algo similar al caso de Elvis Presley y su esposa Priscilla quien también tenía 14 al conocer al rey de rock and roll y esperaron a casarse y consumar su relación. La unión de mis padres fue una unión poco convencional por la gran diferencia de edad, sin duda, pero de ese compromiso, a Dios gracias, han surgido varias generaciones incluyéndome a mí, mis hijos, nietos, mi hermano y sobrinos, muchas personas buenas y productivas, de las que viven y dejan vivir, personas de las cuales Papá estaría orgulloso de llamar sus descendientes.

Daniel, Danilú y Luz Dary.
Daniel, Danilú y Luz Dary.
Daniel, Luz Dary y Danilú.
Daniel, Luz Dary y Danilú.

Mis padres se casaron en México cerca de dos años después de conocerse y residieron lo que duró su matrimonio en Puerto Rico. Recuerdo nuestra casa de dos pisos color rosado en Levittown, un color que atrae la suerte, según Papá. En nuestro antejardín se imponía un enorme busto en bronce en la imagen de Don Pedro Albizu Campos, activista político y líder del Partido Nacionalista de Puerto Rico, intelectual reconocido por su lucha por la independencia de la isla. Recuerdo mucho a mi padrino, el cantante Boricua conocido como Davilita, quién también era nuestro vecino. Fue una persona muy importante para mí; hasta puedo decir que fue mi segundo padre por las largas ausencias del mío. Davilita y su esposa regularmente nos visitaban en casa, además de Don Pedro Flores, quién era un hombre de pocas palabras, pero de presencia siempre grata y apacible. Mi padrino le ayudó a Papá a componer Danilú, una canción emotiva que ambos me dedicaron. Recuerdo que junto a Papá jugábamos en el patio con nuestros perros, un pastor alemán llamado Clyde, y Dillinger, un caniche francés. Él fue gran amante de los caninos. Los fines de semana nos reuníamos en sus negocios, una agencia artística y un restaurante. Papá le gustaba estar ocupado, aunque su arte le dio dinero más que suficiente para vivir y sostener su familia, montaba negocios para ocuparse en su tiempo libre y además ocupar a su mujer e hijos. Él aborrecía el ocio.

 

Mis padres se divorciaron siete años después de ese encuentro. Mi hermano David y yo, hijos de esa unión, tuvimos la dicha de vivir con Papá durante nuestra adolescencia en su casa rural de la Florida en Estados Unidos hasta sus últimos días en 1992. Tal fue el arreglo entre ellos para que David y yo aprendiéramos inglés. Esa época junto a él fue serena y maravillosa entre la gente tranquila y amable de la región. Estudiábamos y cuidábamos de los animales en nuestra granja, le ayudábamos en sus proyectos de carpintería, y escuchábamos sus historias en la mesa del comedor mientras cenábamos, en especial historias de su vida antes de ser famoso. En casa Papá rara vez hablaba sobre su fama y logros artísticos. Sin embargo, su celebridad era evidente cuando lo acompañamos en sus giras por Latinoamérica. A todos sus hijos aconsejó a no ser artistas si el motivo era simplemente seguir sus pasos, o por aprovechar su nombre. Nos motivó a que siguiéramos nuestros propios deseos en cuanto a que dedicar nuestras vidas. Nosotros acatamos su concejo. Daniel Jr., mi hermano mayor fue diplomático durante 30 años y actualmente es autor de novelas de ficción; Rodney, mi hermano fallecido, fue en vida detective en Nueva York; David mi hermano menor por su gran corazón es proveedor de cuidados de personas mayores; por mis aptitudes analíticas soy profesional de riesgos comerciales, y en mi tiempo libre, escribo poemas y dirijo la Fundación Inquieto Anacobero para promover causas buenas en nombre de mi padre. Hace un par de años publiqué mi primera novela Daniel Santos: Mi Vida Entera para contar su vida. La escribí con el fin de resaltar su talento como cantante y compositor y su lucha por la independencia de Puerto Rico. Pero sobre todo mi intención para el libro es exponer su humanidad.

Davilita, Pedro Flores y Daniel Santos.
Davilita, Pedro Flores y Daniel Santos.
Daniel y Clyde.
Daniel y Clyde.

Ser hijo de una persona famosa trae a veces complicaciones. Por ejemplo, Papá compartió que recibió amenazas de secuestro en contra de su primogénito en Cuba, aunque gracias a Dios no sucedió. Cuando eres hijo de famoso, tus logros siempre son comparados con los de tu predecesor, y a veces son imposibles de replicar, porque la fama es además de talento, el producto de circunstancias, de estar en el lugar correcto a la hora correcta; una alineación mágica entre esfuerzo propio, el destino y la buena voluntad de personas que te impulsan.

 

A veces ser hijo de famoso conlleva más rechazo que puerta abierta por muchos motivos incluyendo medidas contra el nepotismo.

 

En mi caso, poniendo todo en la balanza, ha sido un privilegio ser hija de mi padre, solo por ese simple hecho.

 

Aunque obviamente no soy ajena a sus logros, mi privilegio está en simplemente saber que me amó y lo amé. Agradecida estoy con el destino, al ver a mis hijos y nietos, por ese encuentro entre mis padres en la caseta Matecaña y a pesar de su unión poco convencional.

 

Agradecida estoy además por tantas buenas almas que aún lo recuerdan y aprecian.

 

Washington D.C., 24 de noviembre de 2023.

Las fotografías del artículo pertenecen a la colección de la Fundación Inquieto Anacobero, cedidas para la publicación por la hija de Daniel Santos, Danilú Santos-Price.  El tema "El Tibiri Tabara" con arreglos del maestro Obdulio Morales en tiempo de Son Montuno, fue cedido por el coleccionista colombiano Omar Hernández Cobo.

A continuación y para el disfrute simultáneo de la lectura y las fotos, vamos a presentar dos temas de Daniel Santos cantando en vivo en la Radio Cadena Suaritos, propiedad de Laureano Suárez; temas que son documentos históricos y que corroboran la historia biográfica de Daniel Santos, que cuando llegó a Cuba trabajó para esa cadena radial, pueden sonar inéditos, pero aquí los tenemos.

Como se dan los besitos (Pablo Cairo) Daniel Santos y Orquesta Suaritos

El Tibiri Tabara (Pablo Cairo) Daniel Santos y Orquesta Suaritos


 

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